La segunda temporada de The Knick, una oportunidad para remontar el vuelo

Se acaba de estrenar en Cinemax la segunda temporada de The Knick, la serie dirigida por Steven Soderbergh y protagonizada por Clive Owen. El argumento gira entorno a las vivencias en el hospital de principios del siglo XX el Knickerbocker. Este contexto sirve para relatarnos la época, los conflictos sociales -especialmente el racismo- y los torpes avances en medicina, cuya ciencia aún estaba en pañales.

El personaje principal encarnado por Owen es un cirujano genial, obsesivo con su trabajo, malhumorado y adicto a las drogas. Sí, exacto, es House. Aunque por el contexto de época quizá sea más preciso decir que el referente más cercano es Sherlock Holmes -personaje en el que se inspiró House-. Además está rodeado de un equipo formado por un médico joven de buena familia, otro muy competente de raza negra y una enfermera que está enamorada de él. Cualquier parecido con House M.D. es mera coincidencia.

La serie está dirigida por un director al que yo le tengo mucho respecto: Steven Soderbergh. Otro realizador que se pasa a la moda de las series de televisión, al igual de otros como Woody Allen o Lars von Trier -que están preparando sendos proyectos- o M. Night Shyamalan, de cuya serie Wayward Pines ya hablé aquí.

Soderbergh es capaz de lo mejor, como Sexo, mentiras y cintas de video, Traffic, Erin Brockovich, la serie de Ocean’s Eleven, las películas sobre El Che o su estupenda adaptación de Solaris. O de lo peor, con cosas como Magic Mike o The Girlfriend Experience. En cualquier caso es un currante que produce casi una película al año, a veces dos.

En el aspecto de la dirección The Knick se sale de lo habitual. Como sabéis el procedimiento habitual en las series que podríamos llamar «de autor», y cuyo referente podría ser Twin Peaks de David Lynch, es que el director fija las líneas visuales y estéticas generales en un capítulo piloto y deja el resto de capítulos en manos de directores secundarios que se encargan de imitar esas pautas. En algunos casos el director creativo dirige algún capítulo más de especial importancia, o el capítulo final. Aunque a veces ni eso.

En cambio Soderbergh ha dirigido todos los capítulos de la primera temporada, y va a hacer tres cuartos de lo mismo con la segunda. Algo que no es nada habitual. Como he dicho, es un currante. Y este hecho dota a The Knick con una calidad técnica y una uniformidad narrativa poco común en una serie de televisión.

La ambientación es perfecta, la fluidez de la narratividad estupenda y la dirección de actores está a la altura. Ahora bien, le falta algo al guión. No sé muy bien qué me están contando a parte de las anécdotas sobre medicina a principios del siglo XX y la temática racista -interesante, pero más que manida-. La primera temporada pasa sin pena ni gloria, y cuando termina el último capítulo no tiene uno la sensación de que se haya acabado la temporada.

Tanto la producción, como el director y los actores son de altura y tienen el potencial suficiente para hacer algo mucho mejor. Espero que esta segunda temporada que se acaba de estrenar remonte el vuelo y nos ofrezca una trama de fondo mucho más profunda e interesante que en la primera.

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