La Forma del Agua, una fábula bienintencionada y simplona

Por fin ha llegado a las salas de cine la esperadísima película de Guillermo del Toro que está nominada nada menos que a trece premios Oscars, incluyendo mejor película y mejor director. Estoy hablando por supuesto de La Forma del Agua. Pero, ¿es para tanto? Vamos a verlo.

La Forma del Agua es una fábula ambientada a principios de los años 60 en Estados Unidos. Nos narra la historia de Elisa Esposito (Sally Hawkins), una joven muda que trabaja como limpiadora en unas instalaciones del gobierno. Allí se encuentra con un extraño ser anfibio que tienen en cautiverio (Doug Jones). A partir de ahí la película trata de la relación entre ambos.

Como cuento fantástico La Forma del Agua no está mal. Tiene cierto encanto. Pero la verdad es que no es más que un batiburrillo de otras ideas que la convierten en una película normalita y previsible. Algo que ya hemos visto muchas veces. La principal influencia es el corto The Space Between Us (Marc S. Nollkaemper, 2015), del que es prácticamente un plagio.

Veamos algunos elementos más en los que se basa La Forma del Agua. El primero y más evidente es La Bella y la Bestia, la historia de amor entre una chica joven y mona y un animal feo pero con corazón. La siguiente influencia es el propio cine de Del Toro, recordando en muchos aspectos a El Laberinto del Fauno (2006), en especial en lo estereotipado y plano del villano, por no hablar de la propia criatura. Además contiene pequeños homenajes a E.T. (1982), otros que suenan a King Kong y por último todo recuerda de una manera un poco cómica a Liberad a Willy (1993).

La Forma del Agua parece pensada desde el principio de cara a la carrera de los Oscars. En especial por introducir elementos sobre el tema del racismo de la sociedad norteamericana en los años 60, o también alguna pincelada sobre la homosexualidad. Por no hablar del abierto homenaje a los musicales con una escena que aún no sé cómo tomarme. Cosas que poco o nada tienen que ver con la trama principal, más allá del hecho de tocar varios palos con tintes sociales de cara a los festivales y la obtención de premios. La verdad es que no pegan y dan mucho el cante.

La temática principal que Guillermo del Toro parece que nos quiere trasladar con La Forma del Agua es el tema de la soledad y la incomunicación de las personas. Una metáfora muy actual, a pesar de transcurrir en los 60, sobre la dificultad o la imposibilidad que algunas personas tienen -o tenemos- para relacionarnos con los demás. Todo es muy bonito y bien intencionado, pero también muy burdo y superficial. La trama de acción en torno al rescate de la criatura funciona mucho mejor que cualquier otra pretenciosa intención filosófica.

El problema de La Forma del Agua llega cuando la relación entre Elisa y la criatura se torna más íntima. Del Toro quiere provocar o, como mínimo, ir un poco más lejos de lo habitual en una fábula. Lo cierto es que lo que realmente consigue es hacer equilibrios muy peligrosos sobre la cuerda floja del ridículo.

Aprovecho aquí para mencionar un detalle que me indignó bastante de la película. Mientras que a Elisa se la muestra completamente desnuda en varias ocasiones, los genitales de la criatura no se enseñan nunca. Hasta el punto de tener que inventarse una absurda explicación en el guion para justificarlo, no sea que se vea un pene en la pantalla.

Puedo entender cierto puritanismo en las películas para que se adapten a todos los públicos. Pero si es esa la razón, entonces que eviten los desnudos de todos los personajes, y no solo de los masculinos, mientras que a las mujeres se las muestra sin pudor. O todos o ninguno. Un punto machista de la película que no es justificable.

Algo que se agradece mucho en La Forma del Agua es el sentido del humor del que está impregnada, contando con algunas escenas con las que es inevitable sonreir. El personaje que sostiene el peso de la parte humorística -en especial en la primera mitad- es el de Zelda Fuller, interpretado por Octavia Spencer -a la que ya hemos visto en papeles similares en Figuras Ocultas (2016) y en Criadas y Señoras (2011)-, y nominada al Oscar a la mejor actriz de reparto por esta película.

Se trata de un personaje que recuerda mucho a los roles del amigo chistoso en el cine clásico, al que le correspondían hacer las bufonadas. Y si además es negra todavía encaja más en el cliché. Es un personaje divertido, hay que reconocerlo, pero el estereotipo que encarna al final tira un poco por tierra el discurso contra el racismo que nos quiere trasladar el director.

Siguiendo con las actuaciones no se puede pasar por alto la interpretación de Sally Hawkins, absoluta protagonista y candidata al Oscar a la mejor actriz. Realiza un gran trabajo con varios registros que van desde la resignada languidez hasta la enérgica determinación. Lo mejor de la película. Su papel como chica muda sin duda la sitúa en muy buena posición para llevarse la estatuilla. Ya sabemos lo que le gusta a Hollywood premiar papeles con alguna discapacidad.

La criatura anfibia la encarna Doug Jones, quien ya ha hecho papeles similares en otras películas de Guillermo del Toro. Hizo de fauno en El Laberinto del Fauno, pero también de Abraham Sapien en Hellboy, un personaje estéticamente idéntico a este de La Forma del Agua. Como decía, Del Toro en esta película se copia a sí mismo varias veces.

Por último contamos con varios secundarios que, sin destacar demasiado, están a la altura. Richard Jenkins como Giles es el amigo inseparable de Elisa, Michael Shannon como Richard Strickland es el malo malísimo y Michael Stuhlbarg como el Dr. Robert Hoffstetler.

Técnicamente La Forma del Agua es impecable. Desde la fotografía hasta los efectos especiales, pasando por la escenografía, la ambientación -algo idealizada- de los años 60, los encuadres y los movimientos de cámara; todo es estupendo. Lo podemos comprobar ya desde la primera escena en la que aparece el apartamento de Elisa sumergido bajo el agua. Como pega hay que decir que el ritmo flojea en algunas escenas. No es que la película se haga larga, es que tiene altibajos.

Por desgracia todo este despliegue técnico no redime a La Forma del Agua, que no es más que una sencilla fábula, bien intencionada pero simplona, que se deja ver pero que no tiene mucho recorrido y no dejará una huella perdurable en el público.

La Forma del Agua
6.5 Puntuación total
Pros
- Aspectos técnicos
- Sentido del humor
Contras
- Guion simplón
- Ritmo
Dirección
Guion
Arte
Actuaciones

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