Sobre la entrevista a Pedro Sánchez de Jordi Évole en Salvados

Ayer asistimos a uno de esos momentos, ahora rarísimos, en los que aparece un atisbo de periodismo de verdad donde lo que se muestra, o se sonsaca, es de gran transcendencia. Hablo por supuesto de la entrevista de Jordi Évole a Pedro Sánchez en el programa Salvados.

Intuyo que la realización del programa tiene mucho de improvisación, ya que se grabó el mismo domingo, con un Sánchez casi sin dormir y un Évole preparando el guion contrarreloj -normalmente estos programas requieren de una mayor preproducción-.

Sinceramente, creo que Jordi Évole estaba flipando con lo que estaba soltando por su boca Pedro Sánchez, y que el propio Sánchez no era del todo consciente de lo que decía, del jardín en el que se estaba metiendo. Évole hacía muy bien en tirarle de la lengua, y dudo que Sánchez midiera acertadamente sus palabras. Quizá la falta de sueño.

Pero para entenderla mejor, vayamos por partes antes de abordar el contenido de la entrevista. ¿Quién es Pedro Sánchez? De forma muy resumida: un ex dirigente del PSOE, que llegó a secretario general de la mano de Susana Díaz como hombre de paja. Su etapa al frente del PSOE se ha caracterizado por un continuismo en las políticas de derechas y neoliberales que siempre ha llevado ese partido desde Felipe González.

Solo cuando las tensiones internas del PSOE lo acorralan contra la pared cambia su discurso hacia la izquierda. No hay aquí nada de ideología y sí todo de oportunismo político. Sánchez constata que ha perdido ya los apoyos necesarios en el aparato del partido para mantenerse como secretario general, la única baza que le queda es que lo mantengan las bases, y para eso hace falta hacer otro discurso, uno en el que él mismo no creía una semana antes. Lo demás ya es historia.

En ese contexto, expulsado de la secretaría general y forzado a dejar su acta de diputado, es cuando se produce la apresurada entrevista en Salvados. Y el resultado es francamente sorprendente. Pedro Sánchez suelta por su boca lo más grande, cantando cual tenor de ópera. Nada de lo que dice es nuevo, nada que no sepamos todos, por supuesto. Lo realmente llamativo es que lo diga él, que alguien que ha estado en el ajo reconozca abiertamente lo que se mueve en las cloacas de los poderes financieros, mediáticos y en las del propio PSOE.

El resumen de la entrevista -que os recomiendo que la veáis entera si no lo habéis hecho- es que Pedro Sánchez arremete contra el aparato del PSOE, contra Susana Díaz y Felipe González, pero también contra los poderes financieros del IBEX 35 y grupos mediáticos -teóricamente afines al PSOE- como el Grupo PRISA y en concreto el diario El País de Cebrián.

Por otro lado tiende puente con Unidos Podemos, reconociendo que se equivocó y que es necesario que el PSOE se entienda con ellos. Mentarle a la bicha al aparato del PSOE, hablar de relacionarse de tú a tú con Unidos Podemos, que es lo que más temen, es sin duda una apuesta a todo o nada. A la misma vez Sánchez se postula como candidato a las próximas primarias y vuelve a insistir en su gira por las asambleas de base del partido.

Está clara su estrategia: convertirse en una especie de mártir de los militantes de izquierda del PSOE. Para ello aborda el único camino que tiene, el de la oposición a Rajoy. No porque se lo crea, sino porque políticamente es el único espacio que tiene y que la gestora del PSOE le ha dejado convenientemente abonado.

Hasta ahí es inteligente, pero después, cuando empieza a atacar a diestro y siniestro, es cuando se le nota que le falta un hervor. Esto no lo digo porque no sean ciertas todas sus afirmaciones al respecto de los poderes económicos y mediáticos que presionaron al PSOE para que no hubiera un gobierno alternativo. Eso es cierto y le honra.

Pero seamos sinceros, la entrevista en Salvados habrá abierto cantidad de heridas en el interno del PSOE y su entorno. Ayer Pedro Sánchez se ganó muchos enemigos poderosos, más de los ya tenía. Y quemó puentes que va a necesitar cuando se plantee seriamente ser el líder de todos los socialistas, y no solo de una parte. Todo eso es más propio de un rebotado inconsciente que de un político inteligente que aspira a liderar y unir a un PSOE ahora hecho trizas.

Pedro Sánchez juega muy ingenuamente la baza de que la militancia, las bases honradas del PSOE y más o menos de izquierdas -es decir, lo opuesto a la dirección-, lo apoyarán y lo volverán a aupar a lo más alto del partido. En mi opinión no tiene la más mínima posibilidad. No la tenía el sábado, cuando dejó su acta de diputado y anunció su tour por España; y mucho menos la tiene después de ayer.

La entrevista en Salvados de Jordi Évole a Pedro Sánchez es un documento periodístico que pasará a la historia. Ver a un ex secretario general del PSOE diciendo abiertamente las verdades del barquero, contando cómo manipulan la democracia los poderes económicos y mediáticos, y cómo los dirigentes del PSOE se prestan a ello es un testimonio de un valor indiscutible.

Sin embargo no creo que ayude para nada, más bien al contrario, a Pedro Sánchez en su quijotesca cruzada para regresar a lo más alto. Y no me da ninguna pena, porque como he dicho antes, a pesar de que haya quien lo vea ahora como una especie de nuevo Che Guevara, lo cierto es que Sánchez solo hace lo que hace porque no le han dejado otra alternativa para sobrevivir, no porque se lo crea.

Sánchez intentará tirar por el camino de en medio dentro del PSOE para salvarse él, y ya de paso a su propio partido para que vuelva a ser un opción de cambio. Lo tiene muy difícil, por no decir imposible, pero aunque lo consiguiese ya sería tarde. Porque ya nadie se fía del PSOE y Unidos Podemos ya se ha afianzado como la única alternativa a la derecha neoliberal y al PP.

 

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