Dunkerque: el Nolan menos Nolan. Y eso es bueno

Christopher Nolan -el director de cine más sobrevalorado de la historia- vuelve con Dunkerque, una cinta de cine bélico que supone algo nuevo en su filmografía. El realizador se aleja aquí de su estilo habitual, a saber: ciencia ficción o fantasía, tramas tan absurdas como pretenciosas y endebles giros finales; para hacer una película muy concreta sobre un episodio de la II Guerra Mundial.

Y la verdad es que sale airoso. Podemos decir sin miedo a equivocarnos que esta puede ser su película más redonda. Lo cual tampoco es decir mucho dado su historial.

Dunkerque nos narra el rescate de las tropas inglesas y francesas que están acorraladas por el ejército alemán en las playas de la localidad que da nombre a la película. El único punto interesante de la historia que la diferencia de cualquier otro relato de guerra es que para dicho rescate se movilizaron desde Inglaterra embarcaciones civiles.

Aún así la premisa da bastante pereza. A menos que seas un fan acérrimo del cine bélico, otra película más sobre la II Guerra Mundial no parece que, a priori, pueda aportar nada realmente interesante.

Y es aquí donde salta la sorpresa. Nolan enfoca el relato no como la típica película de soldados y batallas, sino como una ópera audiovisual de la angustia, la derrota y la supervivencia. De esta forma nos ofrece algo nuevo en un género que, desde mi punto de vista, hace mucho que está agotado. Una hazaña de mucho mérito, sin duda.

Veamos qué elementos utiliza Nolan para hacer esto. En primer lugar los diálogos. O más bien la ausencia de los mismos. Dunkerque contiene muy poco texto, de forma que todo se centra en las imágenes, en la acción. Las escenas se explican por sí solas, no hacen falta diálogos o narrador.

En segundo lugar la música. La partitura de Hans Zimmer es excelente. Consigue crear la atmósfera adecuada y un equilibro perfecto entre tensión y acción. La unión de la banda sonora con las imágenes de una película tan visual que no te distrae demasiado con los diálogos la convierte en una experiencia muy disfrutable en el cine.

Y en tercer lugar el montaje. Este recurso es más esperable, porque qué sería de una película bélica sin un buen montaje frenético. Sin embargo no por ello hay que dejar de destacar la pericia de Nolan en este sentido. En especial en las escenas de combates aéreos, aunque también en las demás, donde cada pequeña acción de los protagonistas es una heroicidad, o por lo menos así lo parece gracias al excelente montaje.

Por supuesto Nolan tiene que dejar su firma en algún momento, y eso se nota en la estructura temporal, la cual intenta evitar ser una historia lineal -no sea que alguien pueda acusar a Nolan de convencional-. Me parece un acierto, porque de otra formal igual el conjunto sería más monótono, aunque también contribuye a confundir al espectador, lo cual no sé si tiene mucho sentido en una película de este tipo.

También se nota la mano de Nolan en los diálogos. Entre los pocos que hay existen algunos donde se nota ese discurso pomposo y pretencioso tan propio de él y tan fuera de lugar. Aún así son pocos y se le puede perdonar.

Dunkerque es una película coral donde se nos cuentan varias historias que confluyen, por lo tanto el plantel de actores es variado y ninguno sobresale especialmente sobre el resto. Los actores más reconocibles, como Kenneth Branagh, están ahí solo para darle vistosidad al cartel.

Recomiendo Dunkerque porque es la película de Nolan menos Nolan. Y eso es bueno. Es cine bélico sin serlo, sin contener la mayoría de clichés del género -de hecho nunca llegamos a ver al enemigo-. Es una experiencia audiovisual de puro cine muy disfrutable también gracias a su corta duración -comparada con otras películas del director que suele irse a las dos horas y media-.

A veces menos es más. Aplícate el cuento Christopher Nolan.

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