1917, un ejercicio de estilo como pocos pero sin mucho que contar

La semana pasada se estrenó en las salas de cine una de las películas más aclamadas por la crítica de la temporada. Hablo de 1917, de Sam Mendes. En los Globos de Oro ganó el premio a la mejor película y al mejor director, y de cara a los Oscars opta nada menos que en 10 candidaturas.

1917 es una película bélica que transcurre en la Primera Guerra Mundial. Un par de soldados deben cruzar las líneas enemigas para entregar un mensaje que evite una masacre. Mendes bebe de algunos de los clásicos más famosos del género, principalmente de Salvar al Soldado Ryan (Steven Spielberg, 1998) y, de forma más sutil, también de Senderos de Gloria (Stanley Kubrick, 1957).

Pero el fondo, el argumento, es lo de menos en 1917. Mendes lo apuesta todo a la forma. Y de qué manera. La película está diseñada para ser contada toda ella en solo dos planos secuencia. Salvo por una elipsis, todo lo que vemos en pantalla transcurre en tiempo real.

Es obvio que estos planos secuencia son virtuales, es decir, no son planos secuencia reales. Las escenas están unidas y dotadas de continuidad por medio de trucos de cámara y efectos especiales. Esto ya se ha hecho otras veces antes. El pionero fue Alfred Hitchcock en La Soga (1948). Hitchcock escondía la cámara en la espalda de un personaje para ocultar el corte. Un ejemplo más reciente que cuenta con técnicas más modernas -que son las mismas que las de 1917- es Birdman (Alejandro González Iñárritu, 2014).

La única película que conozco que está realizada en un solo plano secuencia sin trucos es El Arca Rusa de Alexander Sokurov (2002). Películas como esta técnicamente requieren de una planificación extraordinaria entre los espacios, la coreografía y la cámara. Pero más allá de eso no pasan de ser una curiosidad técnica, y suelen ser más recordadas por eso que por su calidad cinematográfica.

Algo de esto le ocurre a 1917, que la forma supera al fondo. La historia no tiene mucho que contar y no es más que una sucesión de peripecias bélicas que, sí, funcionan muy bien como película de acción, pero no cuentan nada más allá de la perogrullada de que la guerra es muy fea y muy horrible.

En el lado de la forma tenemos una obra maestra en lo que a uso de la cámara se refiere. Ya que la película carece de montaje, toda la emoción y tensión de las distintas escenas dependen desde el punto de vista cinematográfico de los encuadres y los movimientos de cámara. A lo que hay que sumarle una duración adecuada, lejos de los excesos de otros directores, que contribuye a hacer la película más redonda. Mendes consigue con nota su objetivo dando una lección de saber hacer.

Otra cuestión es el debate de si el cine sin montaje es cine o más bien teatro. En esta ocasión el maravilloso uso de la cámara y el estupendo diseño de producción y la diversidad de escenarios no deja lugar a dudas de que estamos ante cine del bueno. Aunque yo soy de los que piensan que lo que diferencia al cine de otras artes, y de donde surge el noventa por ciento de la magia, es el montaje.

No puedo terminar sin destacar el trabajo de los dos actores que son absolutos protagonistas de la película: Dean-Charles Chapman y George MacKay. En especial este último hace el seguramente sea el papel más importante de su carrera. A ellos se suman como secundarios, en sendos papeles que son apenas unos cameos, Colin Firth y Benedict Cumberbatch.

1917 es una solvente cinta de cine bélico que hará las delicias de quienes sean fans del género. Técnicamente es un ejercicio de estilo como pocos. Aunque esto de rodar eternos planos secuencia está muy visto y uno acaba a veces más atento a encontrar el truco de dónde está el corte, que en la historia en sí. La cual, por cierto, no tiene mucho que contar.

1917
7 Puntuación total
Pros
- El uso de la cámara
- La virguería del plano secuencia
Contras
- Una historia demasiado simple
Dirección
Guion
Arte
Actuaciones

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